El Barça se desenredó para sacar un punto valioso de Mestalla, un punto que le permite una condición de cara al futuro. El 2-2 favorece que el Barcelona no pierda el testigo de la Liga, ya que seguirá dependiendo de sí mismo pase lo que pase en el Pizjuán y en el Bernabéu. El murciélago valencianista le tendió una trampa al 'Pep Team' que no le causó la máxima herida posible. El gol de Henry en el 86' fue un respiro para el Barça.
El Valencia preparó a conciencia la trampa e hizo tambalear el objetivo del líder, que sacó la cabeza aprovechando un córner. Los de Emery habían resistido toda la segunda mitad hasta entonces. Dieron un giro al encuentro antes del descanso y se limitaron a defender una renta que desapareció en el 86'. El fútbol del Barcelona, desestabilizado por la telaraña valencianista, encontró la oportunidad de escape a balón parado. César, notable hasta ese momento, despejó mal de puños y Henry no desaprovechó el error. La delicada vaselina del francés acabó en las redes. El Barça curó su herida.
Iniesta siempre respondió guiando a su equipo. El Valencia sólo pudo pararle saltándose el reglamento
'Titi' fue determinante entrando en la segunda parte, después del descanso que le concedió Guardiola de inicio. El Barça, incómodo, solventó un problema gracias al instinto de Henry y la dirección de un imperial Iniesta. El Valencia sólo pudo borrar las ideas del manchego saltándose el reglamento, algo que facilitó Muñiz Fernández desde el silbato. El Valencia adaptó el guión del partido a sus armas. El claro 4-2-4 al que se agarra lo requería.
Los de Emery tenían claro su camino para superar a la máquina casi perfecta que dirige Guardiola. El Valencia, ordenado, esperó el fútbol azulgrana sustentado en un doble pivote con una única tarea. Marchena y Baraja, que nunca se descolgaron por el bien común, sólo jugaron sin balón. El cambio drástico del equipo surge efecto cuando el cuero llega a los cuatro de arriba, Pablo, Silva, Mata y Villa, que hicieron trabajo extra en la presión.
La incomodidad azulgrana la borró de un plumazo Andrés Iniesta, un escándalo. Una pared con Messi fue el origen del primero. El manchego recibió dentro del área y detuvo el tiempo. Esperó la derrota de César en el uno contra uno para alzar la cabeza y asistir a Messi, que no perdonó. Fue la única noticia del argentino en Mestalla. El Barcelona se encomendó a los pies de Iniesta, un futbolista superlativo, inalcanzable.
Un par de minutos sembraron el pánico en el líder
El Valencia, que perdió el rumbo tras el tanto, recuperó lo arrebatado al filo del descanso. Un par de minutos dañaron al Barcelona. Maduro empató el encuentro a la salida de un córner con la colaboración de Puyol, que molestó a Valdés y facilitó el tanto del central, errático todo el encuentro salvo en el remate. Suspiros después, conectaron Pablo Hernández y Mata. El ex del Getafe se adentró en el área culé para batir a Víctor y firmar la remontada valencianista.
El extremo fue el que más brilló en el ataque del bando local. Pablo, formidable, siempre fue una solución en el costado y un importante activo a la contra.
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